Y a ti no te doy nada, pues ya te lo he dado todo aunque eso sea nada, más no puedo darte, que culpa tengo yo que mi alma y mi amor en realidad no valgan si son todo lo que tengo y lo mejor que te entrego, espero sepas disculparme pero a ti no te doy nada porque la nada ya la tienes y fui yo quién te la ha entregado.

Y cuando explote el frío mortal, yo quiero estar en ese lugar, y explotar, junto al viento mis cenizas se esparcirán, y yo seré nada y estaré en todo lugar, y así podré observarte y estar a tu lado sin que me evites o me tengas sin cuidado, y yo seré todo y nada a la vez podré abrazarte sin que me tiemblen los pies, podré amarte y acordarme lo que es, podré besarte y sentir todo lo que me falta para ser, lo que me falta para ver, y sentir la soledad que no me quiere abandonar pues ni muerto tu me vas a amar.

El santo, las sirenas y yo

Bajo el árbol yace enterrado
el sueño de mi corazón frustrado
y con el viento vuela mi canto
que se lleva mi eterno llanto

Hoy por fin he desenmascarado
a las sirenas que están a mi lado
me engatusan con sus cantos
y luego me dejan por ahí tirado

Si alguien sabe como perdonar
luego de ver a mi alma llorar
le ruego que me haga llegar
eso tan mágico que me ha de salvar

Es como caer al abismo más profundo
es como dormir estando moribundo
es como sentir que se cae el mundo
es como morir por un largo segundo

Bajo el río nada ahogado
el deseo de aquél santo
que sólo pide mejor trato
como si fuera un milagro

Ellas se burlan y hasta lo acusan
de ser vil, tonto y despiadado
de ser cruel, loco y descarado
y entonces él se queda anonadado

Y yo que lo comprendo
le digo tenlas sin cuidado
como quieres que haga eso
si sin embargo las amo

Es como caer al abismo más profundo
es como dormir estando moribundo
es como sentir que se cae el mundo
es como morir por un largo segundo

El santo y yo
ya sin deseo, sin corazón y sin canto
lentamente caminamos
en busca de aquella luz
que tanto nos promete
pues será mejor de todos modos
que la vida que nos acomete

Historia de una rosa

Allí está la rosa, con sus espinas en punta, esperando al enemigo, esperando la batalla, ya ha luchado antes, no es una novata, y ha triunfado ante cualquier tipo de criaturas: hormigas, caracoles, mariposas, gorriones, y hasta poderosas pelotas de fútbol que supo esquivar de manera increíble. Pero ella bien sabía que este enemigo era diferente, mucho más temible y fuertemente armado, sin embargo esto no la asustaba, sabía que la única opción era luchar, y su única salvación la victoria. Por eso, abrió sus pétalos como nunca antes, mostró sus afiladas y puntiagudas espinas, endureció su tallo y se sacudió un poco el polvo, estaba lista, y así como cae una rayo en la tempestad se lanzó al combate.
-Mamá! te corté una hermosa flor!
-Que linda hijo, la pondré en agua.