Las vacaciones(Capítulo IV)

Les llevó varios minutos calmar al guía (posiblemente el vino haya ayudado a completar el trabajo), cuando este recupero la voz, comenzó a hablar lenta y pausadamente:
-Miren...lo que voy a decirles no es nada bueno, espero sepan comprenderme y les ruego no se ofendan...
Todos miraban absortos, el guía continuó:
-Ese lugar...bueno ese lugar...
Parecía que aire era de metal y las personas estatuas, era como si algo muy importante estaba a punto de ser revelado y que la importancia de este secreto era tan grande como alguno de esos secretos dignos de reyes de tiempos pasados, tan oculto que el solo hecho de imaginar que iba a ser desvelado causaba temor, como si el conocimiento que estaba por serles entregado fuera capaz de decidir el futuro del mundo.
-Ese lugar está embrujado.
En ese momento el raciocinio de todos voló por los aires, esas palabras fueron como un martillo partiendo sus cabezas en pequeños pedazos.
-Allí pasan cosas muy raras- prosiguió el guía -nadie entra allí más que los inquilinos y lo que es peor, nadie sale. Sabemos que alquilan ese lugar para la gente, pero...no sabemos quién, sus dueños murieron hace 10 años y todas las veces que la policía fue a investigar no encontraron a nadie, incluso les pedimos que vayan en distintas épocas del año pero no funcionó hemos intentado todo y nunca encontramos a nadie.
Los corazones de todos se paralizaron, no era miedo lo que sentían, no, el miedo sería razonable ante la incertidumbre pero no era el caso, lo que ahora sentían era un escalofrío recorriéndoles suavemente la espalda ocasionado porque de una u otra forma les habían dicho que iban a morir, les dieron una certeza y eso era lo peor.